Por: Eylin Javiera Chapiro Diaz
Desde la mujer que soy,
a veces me da por contemplar
aquellas que pude haber sido;
las mujeres primorosas,
hacendosas, buenas esposas,
dechado de virtudes,
que deseara mi madre.
No sé por qué
la vida entera he pasado
rebelándome contra ellas.
Odio sus amenazas en mi cuerpo.
La culpa que sus vidas impecables,
por extraño maleficio,
me inspiran.
Reniego de sus buenos oficios;
de los llantos a escondidas del esposo,
del pudor de su desnudez
bajo la planchada y almidonada ropa interior.
Estas mujeres, sin embargo,
me miran desde el interior de los espejos,
levantan su dedo acusador
y, a veces, cedo a sus miradas de reproche
y quiero ganarme la aceptación universal,
ser la "niña buena", la "mujer decente"
la Gioconda irreprochable.
Sacarme diez en conducta
con el partido, el estado, las amistades,
mi familia, mis hijos y todos los demás seres
que abundantes pueblan este mundo nuestro.
En esta contradicción inevitable
entre lo que debió haber sido y lo que es,
he librado numerosas batallas mortales,
batallas a mordiscos de ellas contra mí
-ellas habitando en mí queriendo ser yo misma-
transgrediendo maternos mandamientos,
desgarro adolorida y a trompiconesa las mujeres internas
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto de sus sueños,
porque me atrevo a ser esta loca, falible, tierna y vulnerable,
que se enamora como alma en pena
de causas justas, hombres hermosos,
y palabras juguetonas.
Porque, de adulta, me atreví a vivir la niñez vedada,
e hice el amor sobre escritorios
-en horas de oficina-
y rompí lazos inviolables
y me atreví a gozar
el cuerpo sano y sinuoso
con que los genes de todos mis ancestros
me dotaron.
No culpo a nadie.
Más bien les agradezco los dones.
No me arrepiento de nada, como dijo la Edith Piaf.
Pero en los pozos oscuros en que me hundo,
cuando, en las mañanas, no más abrir los ojos,
siento las lágrimas pujando;
veo a esas otras mujeres esperando en el vestíbulo,
blandiendo condenas contra mi felicidad.
Impertérritas niñas buenas me circundan
y danzan sus canciones infantiles contra mí
contra esta mujer
hecha y derecha,
plena.
Esta mujer de pechos en pecho
y caderas anchas
que, por mi madre y contra ella,
me gusta ser.
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(amo y odio a Gioconda Belli por muchos motivos, pero creo que este poema en especial me lleva a lo mas profundo de mi, debo agradecer a kien me recordó de este poema que alguna vez leí y no le encontré el sentido que ahora tiene ... se agradece un llantito matutino lleno de emoción)
con cariños para las hijas de Lilith....
Eylin Javiera Chapiro Diaz
1 comentario:
Hoy no puedo decir como en otro tiempo, “Querida esposa”. Hoy ni eres mi esposa ni mucho menos, “querida”. No eres querida, aunque tampoco odiada, porque en tu propia culpa llevas la ex-piación de tu pecado. Y tu pecado no es otro que el no haber sabido ser una buena esposa. Has sido buena hija y buena madre, pero en el reparto de papeles de la vida, se te olvidó tomar el tuyo de esposa… Pero la vida te está dando a probar tu propia medicina y ahora estás pagando la culpa de todos los errores que cometiste. Hoy solo siento por ti una gran indiferencia, que creo que es mucho peor que el odio.
Cuando una esposa se dedica a criticar, censurar, calumniar, difamar y hablar mal de su esposo, está demostrando cuán poco le importa; Más aún, si sólo sabe contar una versión parcial de los hechos y omitir las cosas buenas que se supone que también tengo, ¿no?... Claro que como TODA tu familia ha tenido tan mala suerte con los maridos que han tenido, no saben valorarlo cuando dan con un hombre bueno y honesto que se preocupa de su familia.
Según vas diciendo a todo el mundo, te he llevado muy controlada económicamente…; Gracias a ese control tan “riguroso”, ahora, cuando te has separado de mi, te has llevado un sueldo y la todo mi patrimonio personal. Y aún tienes la desvergüenza de decir que yo soy mezquino con mi propia familia.
Con tus comentarios y críticas sobre mi, a unos y otros, me parece que estás entrando en una dinámica que, lejos de acercarte a mi, te aleja más y más, como dos líneas divergentes (¿sabes lo que es eso?). Aunque sólo sea por tu propio interés, deberías pensar mejor en lo que te estás jugando.
Hasta hace un año y medio, TÚ eras para mi lo primero (y creo que aun con todas mis limitaciones te lo demostré en infinidad de detalles y ocasiones). Yo te quería a ti más que a mi propia vida y en algún momento estuve a punto de cometer una locura antes que perderte; pero ahora yo me quiero un poco más y he cambiado el orden de mis prioridades.
Como todo ser humano, yo necesito sentirme querido y en el ambiente actual que se vive en nuestra casa, no me siento ni querido ni respetado ni valorado. Necesito que me necesiten; y no sólo para soltar dinero....
Tú tienes muchas fantasías en la cabeza y ves mucha televisión; Tú estás confundiendo la velocidad con el chancho y comparas la vida de PRINCESA que has llevado, con la de unas pobres mujeres maltratadas, con maridos borrachos, jugadores, puteros, sinvergüenzas, a las que separarse de sus maridos ha supuesto una verdadera liberación. Pero, ¿es éste tu caso?. Piénsalo bien antes de dar un paso en falso; no te vayas a columpiar como le pasó a una amiga tuya…
Cuando llegaste a mi vida, sólo poseías unas mantas, unas cortinas y poco más. Ahora te llevas un sueldo y mi propia casa. No cabe duda: ¡Has hecho un buen negocio!
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