sábado, 7 de febrero de 2009

MÁS ALLÁ DE LO BUENO Y DE LO MALO

Escribe: Segis Beltrand Dalt

AMIGOS.
En las ciudades grandes se magnifica la condición ficticia y superficial de las relaciones sociales. Aquí puedes ser la persona más sociable del mundo y al mismo tiempo vivir devorado por la soledad. Todos somos abiertos, todos consumimos experiencias, todos queremos participar en la euforia hedonista, todos queremos mantenernos en lo alto de la noria… Todos somos asquerosamente vividores y felices. Pero de pronto te detienes y sientes que algo ha fallado. Es domingo por la noche. No hay nadie. Estás solo. Nada te llena emocionalmente. Entonces te conectas a internet con alguna esperanza, pero tus ochenta amigos del facebook no han sido capaces de escribirte una sola línea. Quizá por eso se creó el siguiente grupo: “Gente a la que agregarías en el facebook pero a la que nunca saludarías en la calle”..
CONSENSO.
Típica fantasía burguesa e ilustrada que acaba naturalizándose y formando parte del sentido común desde el que interpretamos el mundo. Ocurre igual con otros conceptos típicamente burgueses: voluntad libre, razón pura, libertad de pensamiento, autoayuda, seguridad en uno mismo, equilibrio emocional, autorrealización... Conceptos vacíos y sin fundamento pero a través de los cuales nos creemos en posesión de alguna verdad. Conclusión: Para que un sistema de pensamiento llegue a ser dominante no necesita tanques, ni censura, ni tan siquiera vigilancia permanente: sólo requiere la construcción y reiteración de conceptos vacuos pero capaces de convertirse en nuestro discurso común. A eso le suelen llamar consenso. Stalin no fue más que un idiota..
CRISIS.
Unos pocos se reinventan con éxito mientras la inmensa mayoría queda atrapada en una lógica de miedo, incertidumbre e instinto de conservación. Es la consecuencia inevitable de la victoria del capital sobre el trabajo. En el siglo XIX era el trabajo el que creaba el capital —cuanto más trabajaba la gente, más engordaba el capital; así, los trabajadores podían presionar a sus patronos (o a sus Estados) para reivindicar una porción mayor de la tarta (¡ellos eran los pasteleros!). Es lo que se llamaba lucha de clases. Ahora eso es sólo una fantasía. El control de los bancos y del capital financiero es tan absoluto que la crisis provocada por ellos acaba llevándose a todos por delante. Por eso aparece ese discurso ideológico según el cual "hay que ayudar a los bancos para salvar a las familias". Por eso podemos ganar 700 € al mes mientras nuestras empresas son multinacionales en expansión con miles de millones de beneficios —si no fuera así, las empresas no podrían crear empleo. En definitiva, ahora es el capital el que crea el trabajo, por lo que el trabajador no puede protestar contra su Amo. Pase lo que pase, siempre ganan ellos. ¿No es una jugada maestra? Nos atraparon, sí. Y nuestros complacientes social-liberales parecen haber encontrado el lado divertido de la historia. ¿Diremos algo alguna vez?.
AMOR.
Admitámoslo sin hipocresía: Todos acabaremos arruinados, jodidos y solos. Si tenemos suerte, nuestros familiares (y algún amigo) nos despedirán con cuatro paladas de arena en la cara. Pero también habremos tenido momentos de éxtasis, unos cuantos orgasmos, una fiebre adolescente y un poco de amor. Es lo único que nos queda. Dejemos que los sacerdotes nos sigan tachando de hedonistas.

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