lunes, 27 de abril de 2009

Un Mundo Maravilloso

DIOS NO EXISTE: Un mundo maravilloso (o cuando superamos la pobreza).

Escribe: Mario Alfredo Iturriaga Brito
Hace un tiempo me tope en el cable una cinta, mexicana, que me fue por lo menos curiosa, por los planteamientos que se señalaban en ella, el como se desarrollaba la historia, y sobre todos ciertos elementos que me resultaban familiares, pero no recordaba donde (como una suerte de dejavú), y que mas adelante, leyendo por ahí pude dilucidar.
Hace poco la baje, por la imposibilidad de comprarla en el comercio legal, ni siquiera para arrendarla, razón por la cual debí sumergirme en los oscuros mundos del Ares.
En fin, la película es más o menos así: Un país que se ufana ante sus habitantes de haber disminuido en forma considerable la pobreza, debido a sus acertadas políticas gubernamentales, en donde todos son felices y se conforman, sonríen y posan ante las cámaras y los periodistas, sintiéndose altamente complacidos por su triunfo, perdón, del triunfo del país.
Esta descripción, si bien puede encajar perfectamente con nuestros políticos, en el momento en el cual se regocijaban ante la baja de la pobreza en nuestro país, noticia acaecida hace algún tiempo, no lo es: por muy sonrientes, complacientes e imbécilmente conformes que se les veía, tal imagen es el inicio de una película que, por sus cercanías con nuestra clase política, me saco mas de alguna sonrisa, además de varias criticas, y mas de algún insulto al sector que nos gobierna, insulto que por cierto, nunca les llegara, al menos de esta boca (o manos, o lápiz, o teclado... ojala alguno lea esto, para que tengan claro mi posición, por lo demás irrelevante a sus políticas) y por esta vía, reservando tales palabras a mi circulo mas cercano.
Luego de ese lapsus, me enfoco en el desarrollo de la cinta.
En UN MUNDO MARAVILLOSO (cuyo subtitulo es DIOS NO EXISTE), se nos presenta la utopía de un México hipotético y futuro, en el cual se ha logrado, por medio de efectivas y acertadas políticas de Estado, se logró acabar con la pobreza. En este glorioso escenario, aparece Juan Pérez: un indigente al cual, luego de intentar fallidamente refugiarse de la lluvia en un departamento de un alto edificio, y a fin de evitar ser visto, se esconde en las afueras de este, se convierte en la estrella del momento, ya que se le atribuye a intención de suicidarse, debido a su precaria situación.
Este es acallado por el gobierno, el que, a fin de evitar que se convierta en un ejemplo a seguir por los demás pobres existentes, y luego de haber caído desde una azotea en una intentona de sacarle dinero al gobierno, este ultimo le da casa, auto y trabajo, además de dejar al único medio que le creyó, El Mercurio, del lado de los pobres (que ironía), en un total descrédito, y al periodista que lo apoyo, de patitas en la calle.Esto origina una seguidilla de indigentes voladores, en busca de los mismos beneficios, motivo por el cual se prohíbe ser pobre y se apresa a todo aquel que muestre vivir en tal situación.
Adivinen quien será el primero en caer preso. Así pasa el tiempo, y tal país se convierte en un paraíso perfecto, ya que los pobres están, pero no a la vista del público, segregados y marginados, lo cual es un excelente gancho para los inversionistas extranjeros (esto se me hace muy conocido… saquen sus conclusiones).Así, Pérez sale de la cárcel, y se reúne con sus amigos, y los motiva a buscar la felicidad, ya que, en palabras de este, “es mejor vivir un día como rico que toda una vida como pobre”, después de todo, el fue un rico, durante un tiempo, a costillas del gobierno.
Así, luego de este mensaje, se encaminan a buscar la felicidad, pudiendo solo decir que Dios si existe: todos terminan contentos, celebrando y brindando por ello, en le país de las maravillas. Notable es una de las escenas finales, en donde el impulsor de esta política de solución a la pobreza es premiado con el Premio Nóbel (sarcasmo puro), ante el espanto del director del Mercurio, y su lustrabotas, otrora periodista.
Película altamente recomendable, por su cercanía con la situación de nuestros políticos y a ciertos elementos de la iglesia católica de nuestro país, sin ofender a quienes profesen esta religión (a lo largo de la película abundan los curas sátrapas y que se sientan arriba de las pastillas de menta en vez de comérselas, como dijo un celebre Ministro de Hacienda de nuestro patria hace un tiempo, refiriéndose al mas sátrapa de todos, no precisamente cura). Además, se le atribuye una polémica por las similitudes con La Naranja Mecánica, lo que, sin embargo, no le quita valor a esta (de todas maneras la escena del hospital es demasiado parecida).
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