Escribe: Pablo Hrepich
Son dos cuerpos los que confluyen por su armonía que resulta ser parte de una libre inercia, una invariable secuencia que obviamente se repite y se repite imantando así mis sentidos. Son ondas que, retumbando en las paredes del acantilado, se duplican y mantienen un oscilar trémolo en el centro de la escena donde me hago presente.El insustancial tornasol de mi desconcierto, me delata entre éstos.Y no me desconocen. Me interpretan como el sonido de un viejo piano en medio de la Variante, donde las estrellas encandilan mis ojos, donde lo bruno se hace vida.El paisaje así se describe, zozobra mis sentidos, acaricia, seduce y me atrapa detallando el desequilibrio de la imagen que se esconde más allá de mis fetiches, donde, esa danza, resulta ser un péndulo anárquico que amenaza en despertarme pleno.Y me invitan cuando inmaculados por sus baños de sudor, desafían las cadenas púrpuras que rodean su lecho; cuando se hacen eco en la distancia, siendo el murmullo que bruñe los oídos más perceptivos, como el deseo frío en una ardiente noche.
Esta sensación me hace que todo me parezca lejano pero, aturdido por la sombra que desafiante marcan sus curvas, presente en todo.
Sus cuerpos, sedados en el éxtasis, me permiten ser una entidad anónima en la avidez de mi manía, lazo en lo que percibo y aeronauta en lo inmediato.
Yo creo que por esto, es que todo es tardo.
Me vuelvo animista frente a este orden para amar esos volúmenes lésbicos, y así sentirlas al ser un intruso invitado y reivindicador.
Aprendo, entonces, a ser un cazador en la alborada. Para buscar donde empiezan, donde terminan, donde son uno y dan vueltas.-Menage a trois: elle, toi et moi – que bello sonó en tus labios, y aunque de los tres yo soy, todavía, quien está afuera, tu voz me invita a ser parte…"Menage a trois"
Y sopla en mi oído su voracidad.
Es una risa que me llama tras el gemido y me invita a emerger y expandirme como efebo emancipado en la noche lívida donde cree ser colosal.
De dos empezamos a ser uno, confundiendo al silencio con un tenue vaho.
Y desaparecen…
En mí busco sus huellas, ellas son el vértigo que empujó mi caída, sus cuerpos rozaron el mío.
Y mis dagas encendieron.
En la candidez de la confusión es el reencuentro.
Tomo sus manos que persigo como depredando, esperando caer desde el sigilo para encontrar las sombras que deseo.
Se vuelven hacia mí…y en sus causes son mías
.- Nunca me entenderán, somos uno.
- Nunca me entenderás, entre tú y yo sólo hay aire.
- Nunca he entendido.
Y me miran, me descubren, quebramos la tregua.
Abro los ojos.
- Nuestro mundo es lo único real
- me dicen, me invitan, me tientan y luego nuevamente desaparecen, como si nunca hubieran existido.
Y me dejan antes de haber llegado al éxtasis de mis manías, como si todo hubiese sido la más corpórea alucinación.
Ellas me harán dudar de los recuerdos.
Porque sé que todo fue mentira.
Que todo fue mentira.
Que todo es mentira.
Porque aunque todo lo repita.
Fueron ellas las que dijeron que me querían.
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