martes, 22 de diciembre de 2009

Libertad de conciencia asumida por el "Marquismo".

Escribe: Nesko Kuzmicic
Biólogo marino. Ex miembro de los equipos programáticos de Marco Enríquez-Ominami.

NO HAY PADRON QUE DURE 100 AÑOS

Creo que si vale de algo pensar al día siguiente de la elección en la cual se ha perdido es en función de los desafíos que se abren. Se ha perdido una elección pero en ningún caso la intención de ser gobierno y la esperanza de cambiar el país para mejor.

Parto de la base que me parece imposible que Frei logre convocar tras de sí al mundo progresista y remontar la diferencia que lo separa de Piñera. Imposible tras la libertad de consciencia asumida en el “Marquismo”, más aún por la falta de intención y tiempo para lograr una cirugía radical en la Concertación. Hemos podido ver en los últimos estos días que la soberbia y la vanagloria todavía gozan de buena salud. Por eso a mí entender hay que tener paciencia, tapar con cera los oídos e ignorar los cantos de sirena que buscarán apropiarse de un electorado que creció sin cláusulas.

A mi entender votar nulo es desmentir esa tecla repetida hasta el cansancio de que el 20% obtenido por Marco responde sólo a un voto de protesta y que pasada la pataleta retornaremos al redil del que nunca debimos de haber salido. Esa idea de estar más contra algo que a favor de algo fue un mote del cual no nos pudimos desprender.

Producto de un escaso realce de los contenidos –contando con soporte y capital humano relevante, no logramos levantarlos con suficiente fuerza–, o bien pecamos de ingenuos y a pesar de los esfuerzos por imponer los elementos diferenciadores en la agenda, estos fueron intencionalmente cubiertos por la noción de que una campaña basada en la figura de Marco era de por sí un proyecto personalista, vacío en cuanto a propuestas, ambiguo en definiciones y débil en el imaginario colectivo.

Nada más falso. Es curioso pero muchos de los que así acusaron a Marco ahora ojean ávidos el programa, toman nota, rescatan grandes propuestas y auguran futuras reformas compartidas, llaman con pleitesía a miembros del comando y reniegan cualquier insulto o menosprecio previo.

Un conglomerado no es garantía de congruencia y por el contrario la diversidad que confluye en función de causas comunes no es sinónimo de descalabro. De hecho esta sociedad está avanzando hacia una heterogeneidad más crítica y conciente de sí. La tarea fundacional que se avizora nos mantendrá unidos, receptivos a este cambio. Sabemos que una condición inherente e indispensable a todo proyecto que aspire a ser una fuerza política coherente pasa por definir un ideario sólido y un relato posible, y a eso nos abocaremos. Esto es por lejos más interesante que hacerle el juego a dos opciones que representan un retroceso para el país.

No hay padrón que dure 100 años y por lo tanto tenemos que hacer un trabajo más profundo y prolijo que logre ir más allá de la figura de Marco. Porque somos jóvenes, porque nuestro voto fue más informado, porque no somos feligreses detrás de un Mesías como señalan algunos. Partimos respondiéndoles a los que nos creían leves: el fin no justifica los medios, tampoco han de encauzarse los miedos para ahorrarse los principios.

Intentarán seducirnos, oiremos autocríticas y reconocimientos tardíos, catarsis de falsa modestia y negociaciones secretas, posiblemente, a modo de expiación, lleguen a ofrecer las cabezas de los 4 fantásticos en bandeja de plata. En lo programático prometerán hacerse cargo de nuestro programa (promesas todas que luego olvidarán o achacarán al sistema binominal). Tal vez soy demasiado desconfiado pero hemos sido testigo de ofertones de última hora que después se olvidan en los pasillos.

Los comunistas lo saben de sobra, por eso pactaron antes. Para mi es imposible que Frei represente renovación y apertura. Firme o afirme lo que sea no va a dejar de ser el viejo Frei pragmático y anodino que se encogerá de hombros al dar luz verde a Hidroaysen o le dará “filo” (ese gesto tan suyo) a una reforma tributaria cuando sea amenazado por los poderes fácticos como lo hicieran con el retorno de Pinochet. Se equivocaron levantando a Frei y no hay vuelta atrás.

Por la adicción a la purga de algunos, por el capricho de un presidente estalinista y la coerción de la DC, se impuso el más conservador y menos empático de los candidatos, que no obstante disponer de todo el gobierno a sus espaldas y contar el apoyo de una presidenta con una popularidad sin precedentes alcanzó sólo el 29%. Frei no encarna ni encarnará al mundo progresista. Ahora resulta que en esta crónica de una muerte anunciada los que lo apoyan están desesperados y muchos de seguro arrepentidos. Declararon una guerra frontal y total y ahora apelan a un armisticio beneficioso donde los términos los imponen los derrotados.

Un próximo gobierno de derecha nos exigirá estar vigilantes, atentos, muy atentos, que es mejor que seguir siendo autocomplacientes toda la vida. Un gobierno de derecha (¡que diablos!) nos exigirá nuevos lazos y nuevas fortalezas. No nos pidan rebajarnos porque no lo haremos, aunque les cueste entenderlo, hoy anular también es crear.

Muchos no compartieron las formas ni el trasfondo, muchos se ensañaron, unos no le dieron importancia, a otros simplemente se les hizo tarde. De cualquier forma todos pasarán la cuenta. La brecha generacional iniciado por Marco ya está generando una purga interna necesaria, postergada e inevitable dentro de todos los partidos. La multitud o en este caso las bases aguardan sedientos lo que arroje el cadalso. El hecho que se esté produciendo en la oscuridad devela una derrota asumida y a la vez una oportunidad en ciernes.

No me cabe duda que muchos que están hoy en la Concertación ya están hartos y ansiosos de evolucionar a algo mejor. Es mejor salirse orgullosos que esperar a que la historia haga lo suyo. Solve et coagula. A veces hay que morir y disolverse para rejuvenecer, en esto la naturaleza es muy sabia. Sabemos que muchos han sido víctimas o testigos de arbitrariedades, de imposiciones y amenazas, de la soberbia y del clientelismo.

Pero más allá de diferencias de estilo difíciles de tragar se ha abierto una grieta en cuanto a fundamentos imposibles de soslayar: la Concertación ya no es el reducto de las mejores ideas ni de las políticas revolucionarias, prueba de ello es lo impresentable que resulta colgarse de políticas exitosas y ajenas e intentar pasarlas “con leves mejorías” como proyecto de futuro. En cuanto a ideas faltó riesgo y audacia. En cuanto a procesos la Concertación más parece un carromato lento y torpe que no puede acceder a las autopistas que ellos mismos han abierto.

Compartimos un ideal de justicia y solidaridad pero diferimos en cuanto a los tiempos y al énfasis, se avanza demasiado lento, con un exceso de celo y temor. A veces no me queda tan claro si los ungidos en el congreso tienen claro lo expuesto un día por Voltaire: “El último grado de perversidad es hacer servir las leyes para la injusticia”. Es la sensación que me queda al convivir ¡Todavía! con los cuervos vigilantes sobre las cornisas del Congreso: al ser testigo una vez como actúa el binominal (y de las amenazas veladas ante arranques de autonomía y disidencia dentro de los conglomerados, cosa para la que también sirve), cuando sigue ahí la Ley de Amnistía, también al ver postergaciones a los trabajadores y en educación, para que hablar del medio ambiente y los RRNN.

Lamentablemente, a pesar de cosechar muchísimos logros han sido mezquinos con la historia, esta no se compone sólo de obras y procesos sino también de simbolismos. Estoy seguro que muchos de la Concertación ven traicionado el espíritu originario al sentir como pasan a sus espaldas esos lobbistas para lograr concesiones y después borrar su rastro impune y silenciosamente, o cuando ven a dirigentes salidos de sus filas como directores de empresas o defendiendo intereses abyectos. Compartimos mucho más que el origen, también un poco del asco.

Es obvio que cualquier acercamiento ahora será visto como oportunismo. Tarde o temprano habrá que reunirse y la mejor opción será la que hemos abierto junto a Marco, de lo contrario será intentar revivir a Lázaro.

Un próximo gobierno de derecha nos exigirá estar vigilantes, atentos, muy atentos, que es mejor que seguir siendo autocomplacientes toda la vida. Un gobierno de derecha (¡que diablos!) nos exigirá nuevos lazos y nuevas fortalezas. No nos pidan rebajarnos porque no lo haremos, aunque les cueste entenderlo, hoy anular también es crear.

Nunca he pensado que Frei o Piñera sean lo mismo y que un gobierno de derecha sea lo mejor para Chile, por el contrario, me parece tan obvio que será un retroceso y de un oscurantismo tal que de seguro remecerá los basamentos sociales que hace rato vienen despertando. Muchos pagarán este sacrificio, el país lo pagará sin duda, pero las fuerzas adormecidas por la abulia, la participación joven en Política (con mayúscula no militante) y los reajustes sociales que se produzcan, llegarán por fuerza a reestructurar el mapa político y a configurar un país distinto al que nos quieren condenar los apologistas y beneficiarios del binominalismo.

El gobierno de Piñera será un fracaso rotundo en lo social, en lo internacional, donde sea, porque a pesar lograr una victoria su triunfo se fundará en un aborto. A pesar de que controlarán los medios de todo tipo no podrán responderle a un pueblo tan lejano y tardío a sus fines como el espíritu democrático al que arribaron de polizontes muchos de sus líderes. Al final les pesarán sus camisas.

No obstante ese reconocimiento me niego a imaginarme temiéndole a la derecha toda mi vida, es que es muy fuerte actuar en función de esos miedos. No comparto la lógica plebiscitaria 20 años mediante. Pienso que con esa lógica se pueden perpetuar las postergaciones hasta el infinito y de paso condenar a un proyecto real y posible a los extramuros del poder. Para mí, unirme a este proyecto no fue un desliz ni un divertimento, tampoco creo que esto se aplique para los que voten por Frei ariscando la nariz.

Como me hizo ver un amigo de que el viejo Marx tenía razón al decir que la realidad crea la existencia, es decir, que lo que pensamos, lo que vemos, está marcado por nuestra historia, así que comprendo que para muchos no esté el horno para bollos. Lo que no me parece decente es que se nos presione coercitivamente y se nos haga responsable de algo que se fraguó mucho antes de esta elección y que no hay forma de resolverla en aguas enturbiadas. Votar nulo no nos hace cómplices de la derecha, no seremos rehenes de esa dialéctica, los únicos cómplices son los que no han podido o no han querido ir más allá de sus propios miedos.

No hay comentarios: