Escribe: Héctor Hernández Montecinos
V
Soy mi cuerpo, atrapado por partículas de otros cuerpos
entonces pensarás que este poema se volverá pánico
espera, espera que me levante
quería decir tornado para ti, pero no sabía las palabras: parábola,
[tragedia del engaño
y en la noche, los cerdos parecían ángeles kamikazes cayendo en picado
[sobre el fundido en negro de los ojos de los verdugos
el caballo arde a mil leguas de la muerte, libre
bajo los negros arcoiris que pasaban al ritmo de cometas.
No se me permitía hablar con el mariscal callao ni con los barcos que se fumaban. Entonces, que se incendien Lima, La Paz y Santiago y se
[los lleve el mar,
surfearé las puertas que me tocas divina madera
crestas altas algas piolas tersamente agreste tersamente agua coscachos
[malva clara cerros en veneno cerros.
Dos mil años de Historia no serán suficientes para borrar nuestra historia porque el tiempo es siempre el tiempo en que se calla o en que
[se canta;
la metáfora que vislumbro en la tiniebla
son ojos morados, ojos de hematoma que duelen
que ven lo que nadie quiso ver detrás de sus montañas.
El cadáver reparte sus gusanos para decir que la vida continúa
-el estado espiritual (312) del mundo se transformó (1 -C) en un lobo
[rodeado de serpientes de (z) plata-
¿cuántas veces se muerde la cola un perro antes de echarse a dormir?.
Hundo mis manos en tu cálido pecho y cojo entre mis dedos tú
[húmedo corazón
y esas manos entrelazadas son ahora una casa abandonada;
el chelo se escuchó en la bóveda azulana
las trompetas del apocalipsis son el susurro de Dios.
Encima de las grandes urbes los espectros se dispersan
la copa cae, una antena sustituye araucarias, la torre de metal da
[frutos
y que el malsano te recoja;
una vez te pedí que faltáramos al colegio para ir a suicidarnos
los grandes hombres han comenzado a morir
mucho hablaron del dolor, cariño, pero a mí es a quien le duele
la indiferencia posible de estar vivo o muerto.
Son dos manos que agitan el viento y me dicen que nos vamos a
temblar
voy a mear la mano hasta que se quiebre.
Versos de: Aleyda Quevedo (ECU), Giancarlo Huapaya (PER), Alejandro Marré (GUA), Alejandro Tarrab (MEX), Julio Espinosa Guerra (CHI), Elma Murrugarra (PER), Miguel Coletti (PER), Cristóbal Ramírez (CHI), Paula Ilabaca (CHI), Víctor Ruiz (PER), Harold Alva (PER), Germán Rosati (ARG), Tulio Mendoza (CHI), Víctor Ibarra (MEX), Gabriel Woltke (GUA), Wilver Moreno (PER), Abraham Nahón (MEX), Mireya Zuñiga (CHI), Aurora Zuñiga (MEX), Alejandro Banda (CHI), Arianna Castañeda (PER), Edel Morales (CUB), Luis Méndez (GUA), Carlos Araya (CHI), Norys Saavedra (VEN).
VI
Es el tiempo en que te humillan y te sacan los zapatos y te tratan como
[a una perra
con el sonido de cosas que se buscan arrastrándose en el pasto
llevo el tósigo mortal de cien culebras debajo de mi lengua
tengo un manzano podrido adentro y sus raíces crecen desde siempre.
Cielo y tierra se confunden, vuelan bajo los aviones mientras
[observan con desdén la desidia humana
en la nevada tanta / se hizo noche / oscura la blancura
ya no hay deseos ni espectros.
La luna, perla gigante en vaso del tedio,
se muere, se revienta, la persiguen... nadie la alcanza
más tarde que temprano los pétalos se unen al amanecer
y la belleza no es bella, solo es una alegría común;
una parte de mis oídos, bebe café en compañía de la máscara del
[silencio
el chocolate no sabe hasta dónde llega su maldad.
Celebremos el otoño del mundo
que llegue el mediodía con un cántaro vivo
sin tumbas las lenguas son cadáver de iguales huesos;
nuestra historia es escrita por el ángel de luz, en una manera de epifanía,
un devaneo mudo sobre labis lapial
sale verso sin esfuerzo
porque este cielo es muy perverso.
Patria es un lugar tan lejano -exacto- construido por los ojos
y de repente una frase que no encaja en ningún lugar
o dibujar con el tufo la división de un epitafio:
El esplendor se derrumba y no encuentra respuesta,
pronto pronto, eso pasará pronto.
Yo, que debajo de la lengua tuve un universo migratorio y mil poemas; hoy solo lloro estrellas, debajo
[de las sábanas de este mi futuro negro,
como todo lo que nunca existió
navegando a través de bestias emplumadas.
Del ojo por su territorial sonrisa, abunda el caso. Yuxtaponer las
[miradas alrededor del eje temático si quisiera el impacto y su guiño
y un corredor penetrante me oteaba;
eres un robot y caminas en hectáreas de mandarinas
el imperio nacerá otra vez de esa estrella en ese lugar donde el loco
[mira a Sirio,
donde un círculo sea sólo una pregunta:
somos consumidos por el fuego y giramos alrededor de la noche.
Versos de: Victoria Guerrero (PER), Francisco Garamona (ARG), Lucy Chau (VEN), Manuel de J. Jiménez (MEX), Dira Martínez (VEN), Hernán Bravo Varela (MEX), Alma Karla Sandoval (MEX), Diego Tejada Gamboa (CHI); Jocelyn Pantoja (MEX), Andrea Cote Botero (COL), Guillermo Castellanos (COL), Dora Moro (MEX), Enrique Falcón (ESP), Alejandra Proaño (ECU), José Campollo (GUA), Mario Muñoz (CHI), Luis Alberto Bravo (ECU), Rocío Cerón (MEX), Alexander Ríos (COL), Sergio Alfsen (CHI), Rodolfo Häsler (CUB), Fabián Darío Mosquera (ECU), Pablo Bromo (GUA), Alonso Herrera (VEN), Eduardo Fariña (CHI), Virginica Lucas (URU), Inti García (MEX), Juan José Rodríguez (ECU), Esteban Zabib (CHI).
miércoles, 2 de diciembre de 2009
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