Escribe: Washington Luis Ulloa Vargas
A 50 kilómetros de la capital, las calles y casas de estilo colonial de El Monte aún conservan el aire de pueblo antiguo en el que crecieron los hermanos José Miguel, Javiera, Juan José y Luis Carrera. Allí está erguida e intacta la casa que fue testigo de sus hazañas para liberar a Chile del yugo español y donde una de las primeras mujeres patriotas bordó la bandera de la Patria Vieja. Se mantiene tal cual un camino usado por los realistas.
1. Hacienda San Miguel: la casa de los hermanos Carrera
A metros de la plaza principal de El Monte está la Hacienda San Miguel, que fue entregada a la familia Carrera como dote en 1773. Alta, grande y acogedora, conserva intactos sus muros de 90 centímetros de espesor, así como una pileta que según la tradición fue donde bautizaron a don José Miguel.
Hoy vive allí Francisco Correa, quien la heredó de sus padres y habita en ella desde 1940. Correa no da crédito a esa leyenda, lo que no le quita el valor histórico a la fachada de su casa ni a la famosa pileta, ambas impresas en los billetes de cinco y cien escudos, de los cuales siempre guarda un ejemplar en su bolsillo.
Monumento Nacional desde 1974, la hacienda abre sus puertas a la población cada año para el Día del Patrimonio Nacional. Allí revela sus tesoros, como una cama que data de la época en que los Carrera la habitaban, los jardines donde corretearon de niños que luego se convertirían en patriotas o el lugar donde Javiera bordó la primera bandera de la Patria Vieja, la que fue diseñada por José Miguel Carrera e izada por primera vez en una cena ofrecida a Joel R. Poinsett, el 4 de julio de 1812, en conmemoración a la independencia de los Estados Unidos de América.
2. Camino Real
El Monte es atravesado por el Camino Real, usado por las familias aristocráticas españolas en dirección a Valparaíso. Para hacer esta ruta las carretas con pertrechos y equipaje cruzaban el río Mapocho en su parte con menos afluente, entraban hacia la ciudad por la estrecha calle Flores hacia Benavente (en la foto), llegaban a la Plaza Independencia y enfilaban por la que hoy es la calle Los Libertadores con rumbo a Melipilla. De allí seguían hacia Casablanca hasta llegar al puerto de la Quinta Región. Era la ruta más larga. Sólo llegar hasta El Monte tomaba más de un día y hasta el puerto a veces una semana, pero tenía una ventaja: no había que pasar por la Cuesta Zapata, tramo obligado por la ruta por Curacaví, lo que facilitaba el desplazamiento de las carretas tiradas por animales.
La pequeña calle Flores se conserva en las mismas condiciones que en la Colonia. Su camino de tierra, su angostura y la gruesa columna que la protege en la esquina, configuran parte del mismo paisaje que recorrieron los representantes de la corona española antes de la independencia y que vio pasar a los hermanos Carrera.
3. Museo Contemporáneo de San Francisco de El Monte
Frente de la Plaza Independencia, un pequeño museo, iniciativa personal del profesor Juan Araya, reúne testimonios, herramientas y cuanto implemento testimonie la historia de El Monte y de su gente.
Fotos, documentos de las familias, cédulas de identidad, loza y objetos antiguos son exhibidos en este espacio que permanece abierto todos los días y donde el mismo Juan Araya podrá contar sus historias. También podrá conocer piezas e instrumentos usados por la cultura Aconcagua y Llolleo, indígenas que habitaban este valle al momento en que se instalaron los españoles. Parte de su colección puede revisarla en: www.museodelmonte.cl.
4. Iglesia de San Francisco
En 1579 los Franciscanos fundaron la primera iglesia en la Villa Deseada de San Francisco del Monte, su nombre original, pero en 1732 se trasladaron a la ribera norte del río Mapocho y construyeron la iglesia y convento tal como lo vemos hoy frente a la plaza de la comuna. El padre Juan Carlos González lleva las riendas de esta parroquia hace siete años y de tanto cruzarse con sus historias en las paredes y suelo, sabe de los mitos históricos y los descubre en cada ladrillo que mueve.
Junto a la iglesia, está lo que fue el convento de clausura papal, donde los franciscanos que entraban no salían más. Tanto así que incluso eran enterrados en los patios, igual que los nobles de la ciudad, quienes además usaron las gruesas paredes de adobe como tumbas. Por eso, González confiesa que cada vez que una pared se resquebraja con un temblor o se cae de vieja, aparecen restos humanos. Si hace un hoyo para plantar un árbol también aparecen huesos.
Los franciscanos son la primera orden sacerdotal que llegó a esta tierra a evangelizar a los indígenas del Reino de Chile, junto a Pedro de Valdivia. Además de la iglesia de San Francisco -en el centro de Santiago- fue una de las primeras en ser construidas en Chile. De hecho, el altar de la parroquia de El Monte (en la foto) fue traído por Pedro de Valdivia a este territorio. Por eso fue decretada monumento histórico en 1974.
5. El túnel
Dicen que unía al convento de los franciscanos en la Plaza de El Monte y la casa de los Carrera en la Hacienda San Miguel. De existir, tendría cerca de un kilómetro de largo y más de tres metros de profundidad y recorrería las construcciones que circundan el centro cívico de la comuna desde la conquista. Su tamaño habría permitido que se pudiera cabalgar en su interior. De allí que la leyenda dice que es el lugar donde se ocultó José Miguel Carrera luego del Desastre de Rancagua. Pero no sólo eso, también habría sido guarida de varias de las correrías revolucionarias de Manuel Rodríguez, amigo de juventud de los hermanos.
Los montinos tienen la certeza de la existencia del túnel, pues algunas familias más ancianas de la zona cuentan no sólo que lo vieron, sino que estuvieron allí, jugaron y hallaron restos de municiones y pedazos de uniformes patriotas.
El párroco de la iglesia San Francisco, Juan Carlos González, cree que la abertura del túnel fue tapada después de los temporales en 1982, donde el desborde del río Mapocho debió filtrar agua en su interior, lo que pudo motivar que lo taparan y sellaran.
Un pequeño sacado de tierra en el subterráneo de la parroquia -antiguo almacén de los franciscanos- indica el sitio donde más probablemente se encuentre la boca del túnel, el que está siendo investigado por el grupo de investigación histórica forense de la PDI, encargada de desentrañar este mito histórico, ya que incluso podría dar con la mismísima cabeza de José Miguel Carrera, decapitado tras su fusilamiento en 1821. Aunque descendientes del prócer dicen tenerla, la PDI está en proceso de periciarla.
“Los franciscanos solían hacer túneles para guarecerse en caso de invasión de los indígenas y guardar cosas valiosas”. Recuerda que la iglesia San Francisco de Santiago tiene un túnel que la une con la Biblioteca Nacional. No es descabellado, ellos venían a evangelizar y si bien los picunches (que habitaban esta zona a la llegada de los españoles) eran pacíficos, siempre estaba la posibilidad de un ataque. No descarta la colaboración de esta orden con la causa patriota y resalta que el convento debió ser el lugar más seguro en varios kilómetros a la redonda, puesto que la clausura papal impedía a cualquier persona su ingreso, incluso a los realistas, por más insignes que fueran. Otro orificio en la Hacienda de los Carrera podría ser la otra boca del famoso túnel. Francisco Correa no lo había visto hasta ahora, pero hace un par de semanas, por azar, le indicó a un detective que sacara un ladrillo cualquiera de su bodega, donde suponen estaría la salida del túnel. Debajo no sólo habría tierra suelta, sino que una pequeña pala antigua.
6. Columnas
Las esquinas de lo montinos están custodiadas por gruesas columnas que sobresalen de las paredes de adobe para resguardar las construcciones coloniales, en riesgo con el ir y venir de carretas que doblaban por las angostas calles de tierra. Solían chocarlas y dañar las hermosas fachadas. Son ocho y están repartidas por el pueblo como testigo de nuestra Patria Vieja. Algunas están rayadas con graffitis, pero las que están frente a la Plaza Independencia siguen intactas y bien cuidadas.
lunes, 30 de noviembre de 2009
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