De acuerdo con los pensadores Platon y Aristóteles, el hombre es un animal político y esta concepción parte de la suposición que el verdadero ciudadano es aquel que efectivamente participa de la vida en sociedad. Un ser social y un ser político, por que la política no es otra cosa que condición de un bien común. Para estos quien no vive en sociedad, o es un Dios o una bestia.Por lo tanto, alienación política viene a ser la no interacción del ser humano en las acciones que forman el contexto político y social, siendo que, muchos no se reconocen como alienados por que hacen parte de una sociedad dogmática. En otro momento histórico, el filosofo Jean-Jacques Rousseau admite la idea de alienación, pero, de otra manera. En su obra “Del Contrato Social”, este escribe que “El hombre nace libre, y por todas partes encuentra grillos.” Ante esto, en la actualidad nos vemos frente a la idea de política totalmente divergente de aquellas idealizadas pelos grandes pensadores. Principalmente en el caso brasilero, donde esta es vista relacionada a la corrupción, beneficiando apenas una minoría, en su individualismo, nepotismo, falta de ética y de moral, sin compromiso con la sociedad y otros factores que hacen con que las personas se retiren, creando un círculo vicioso y la perpetuación del poder en las manos de la misma minoría en perjuicio de una mayoría marginalizada.El país ya vivió momentos de lucha por las libertades civiles, siendo su auge en la década de 80, todavía, la participación popular seria esencial para la garantía de esas libertades y para la construcción de la tan soñada democracia. Simplemente, esta participación fue irrisoria, mostrando que el pueblo continuaba omiso, dejando las decisiones al arbitrio de algunos, escogidos por la propia sociedad, centralizando el poder ejecutivo. El Estado opresivo del período militar contrasta con el nuevo Estado, el paternalista, creador de la beca-escuela, beca-familia y otros “beneficios”, caracterizándose como asistencialista al extremo, cuando se debería atender las necesidades primordiales, como las sociales. Mientras tanto, el brasilero se aliena con el fútbol, cerveza, carnaval, Big Brother Brasil etc., haciendo con que la cultura se volviera mas orientada para el Estado que para la representación. Persisten y se agravan los problemas sociales; las desigualdades aumentan, el desprestigio de los políticos ante la población crece. Con esto, el ciudadano elector pasa a buscar un líder carismático y salvador de la patria, haciendo con que esta falta retarde el proceso democrático, que camina en marcha lenta. Ante este cuadro, el periodo electoral deja de ser un momento de reflección y discusión para ser un espectacular remate de votos (quién dá mas?) “electores desprecian políticos, pero continúan votando en ellos con la esperanza de beneficios personales”. Como reflejo de estas situaciones, el ciudadano políticamente alienado actúa instintivamente, por que está envuelto en un sistema comprometido en corroborar la coyuntura existente. La pasividad ante los acontecimientos histórico-políticos nos hace percibir lo cuanto la alienación política condiciona el individuo a la no participación, por falta de información, de lectura, de voluntad, de interés, por la decepción con los políticos, aliado al consumismo, alejado de preocupaciones con la política y con los problemas colectivos. En el año del Campeonato Mundial de fútbol, antecedida por el espectáculo carnavalesco brasilero, como abordar la cuestión política, en medio a la cuestión “bolística”? Como discutir elecciones para gobernadores, senadores y diputados estaduales y federales? La respuesta no es fácil, por que el brasilero es apasionado por el fútbol. No se trata de desaparecer una en beneficio da otra, pero no olvidar que el amor por Brasil debe ser mayor que el fútbol. El campeonato mundial es un momento esperado durante cuatro años, principalmente debido al favoritismo de la selección brasilera; cada brasilero se siente más patriota, siente orgullo en mostrar la bandera, vestir verde y amarillo y demostrar su amor por la patria. Eso es reflejo de un pueblo que tiene pocos motivos para conmemorar y en ese momento, consigue sentir el gusto del valor y de la victoria, desde que la selección traiga la copa para la casa. Por que no demostrar un poco de este amor en el momento de escoger sus candidatos en el período electoral? Estos son los jugadores que decidirán los rumbos de la nación durante los próximos cuatro años y sus decisiones se reflejaran directamente sobre nosotros y serán de gran importancia. Terminada la euforia del campeonato de fútbol, el brasilero tiende a volver para su anonimato, esperando la próxima; esa condición es muy desoladora, pues la felicidad talvez venga de cuatro en cuatro años, durante apenas un mes. Es necesario rescatar el valor del voto como mecanismo de manifestación política y el momento electoral debe ser encarado con seriedad por todos, en los más variados ambientes. Ser alienado no es condición permanente. Con un poco de buena voluntad y coraje para salir del comodismo, es posible cambiar ese cuadro. Ser ciudadano es antes de todo estar sujeto a aprender a cambiar, no desistir y no esperar ventajas individuales no final, pero por sobre todo, creer e insistir.Ser un verdadero brasilero es mucho más que vibrar por el fútbol, bailar en el carnaval, sobrevivir con 300 reales mensuales. Debemos creer que, lanzando las primeras semillas, cultivándolas con responsabilidad, aunque sea en el medio de tantos sinsabores, podemos un día cosechar buenos frutos. Sabemos que eso puede demorar mucho tiempo, pero es necesario descruzar los brazos y hacer algo por la emancipación y por el fortalecimiento de la democracia.
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