viernes, 23 de mayo de 2008

Educa…¡¿ah?! Ahh sí, claro…Educación

Escribe.: Jonathan Valenzuela®



A modo de introducción, queridos lectores de Yatiri Online, mi intención no es hablar de política, aunque tenga que comentarla de vez en cuando para entender porque la educación chilena está como está (no es un final abierto, significa literalmente: MAL), por lo que si buscan politiquería de la buena, la parte de política está un poco más abajo en el menú.



Y bueno, hasta que se fue Provoste. En todo caso, eso ya no es noticia. Más allá de los reales motivos que gatillaron la salida de la, ahora, ex ministra de Educa… ¿qué?, ah, educación (Si ladys and gentleman, la educación en Chile existe, o por lo menos algo parecida a ella), los que crean que con la partida de doña Yasna los problemas eternos de la educación pública nacional por fin llegarán a su fin, están bastante equivocados.


Es más, ya el hecho de un nuevo cambio en la cartera de educación quiere decir que las cosas durante el gobierno de la gordis (Alias, Michelle Bachelet) en éste ámbito no ha sido el mejor ni el esperado, qué decir de los gobiernos anteriores. En este marco es en el que aparece la nueva cara de la educación chilena: Mónica Jiménez, la nueva ministra.


Bravo!, ahora sí que la tercera es la vencida, o por lo menos, después de Zilic y Provoste no podría haber algo peor. Para los que no la conocen, la Sra. Jiménez participo en la “Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación” sobre las violaciones de los D.D.H.H. en el gobierno de Pinochet, y también fue miembro del “Consejo Asesor de Educación” que se formó luego de la revolución pingüina. Hasta ahí todo bien, salvo un pequeño problema, que en el fondo es un gran problema: Mónica Jiménez no pertenece a ningún partido (Más allá que se le vincule con la Democracia “Voy donde calienta el sol” Cristiana), y recién con esta designación, empieza una carrera mas centrada en la política.


Muchos dirán “Ok, genial, así no debería tener intereses políticos de por medio”. Puede ser, y ojala sea así. Sin embargo, el hecho de que no tenga un partido que la respalde, y que no hay que tener dos dedos de frente para darse cuenta que la presidenta tiene cero incidencia en las decisiones del país, así que su respaldo tampoco sirve de mucho, quiere decir que a la hora de buscar políticas de mejoramiento de la educación (Y hablo de políticas reales, esas que le duelen a los diputados y senadores del país, no soluciones “parche”) no va a tener una base fuerte que esté con ella y/o que la apoye, por lo que tendrá que empezar a tranzar, no, literalmente “negociar” con las personas de las cuales dependa para lograr que su proyecto (Si es que tiene uno) funcione.


Obviamente, la ministra no se encuentra (O por lo menos, así parece) dentro del circuito cerrado de la política corrupta chilena, que mueve plata, apellidos y sueños de familias que quieren darle una educación de calidad a sus hijos. Por lo mismo, creo que la actual ministra es demasiado vulnerable a tener que depender de ese tipo de artilugios para salir al paso.
O sea, lo mismo de siempre.


Es algo parecido a lo que les pasó a Arturo Alessandri Palma y su “gobierno de los gerentes”, y a Eduardo Frei Montalva, ambos en la década de los ’60, cuando quisieron administrar al país sin tomar en cuenta a los partidos políticos. Graso error, y puede que a doña Monica le suceda lo mismo. Esperemos que no, porque no quisiera en un futuro próximo hablar de una nueva cabeza que rueda por el ministerio.


Es cierto que uno de los ministerios con más problemas durante el gobierno de la “Mishel” ha sido el de educación (Aunque tal vez el de transporte no se quede atrás), pero se han conseguido algunas cosas. Lo principal es que se ha puesto el tema en el tapete, y eso es el gran motivo por el cual han rodado dos cabezas en la cartera en tres años.


Nunca olvidaré el 2006, cuando era alumno del Instituto Nacional (Sobre mi colegio escribiré más adelante), ya que es el año en que los estudiantes secundarios se cansaron de la indiferencia que la política chilena les ofrecía. Así cualquiera entiende por qué los jóvenes no se inscriben en los registros electorales. Ese año se levanto la voz del estudiantado, sin obviar, que en gran parte se logró por la maquinación de los medios comunicacionales más conservadores en contra de la, en ese tiempo, recién asumida Bachelet.


Pero bueno, de algo que sirva para la gente las maquinaciones de los peces gordos del país. De todas formas, como dije al principio de este cuento, no me interesa en lo más mínimo hablar de política (o politiquería) chilena, sino escribir esta columna a modo de introducción para hablar del verdadero tema que me interesa: La educación chilena, o bueno, lo que va quedando de ella.

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