jueves, 6 de septiembre de 2007

Sonetos de Amor

Por William Shakespeare

Versión de Manuel Mújica Láinez

LXII
El pecado de amarme se apodera de mis ojos, de mi alma y de mí todo; y para este pecado no hay remedio pues en mi corazón echó raíces. Pienso que es el más bello mi semblante, mi forma, entre las puras, la ideal; y mi valor tan alto conceptúo que para mí domina a todo mérito. Pero cuando el espejo me presenta, tal cual soy, agrietado por los años, en sentido contrario mi amor leo que amarse siendo así sería inicuo. Es a ti, otro yo mismo, a quien elogio, pintando mi vejez con tu hermosura.

LXXI
Cuando haya muerto, llórame tan sólo mientras escuches la campana triste, anunciadora al mundo de mi fuga del mundo vil hacia el gusano infame. Y no evoques, si lees esta rima, la mano que la escribe, pues te quiero tanto que hasta tu olvido prefiriera a saber que te amarga mi memoria. Pero si acaso miras estos versos cuando del barro nada me separe, ni siquiera mi pobre nombre digas y que tu amor conmigo se marchite, para que el sabio en tu llorar no indague y se burle de ti por el ausente.

XCI
Unos se vanaglorian de la estirpe, del saber, el vigor o la fortuna; otros, de la elegancia extravagante, o de halcones, lebreles y caballos; cada carácter un placer comporta cuya alegría a las demás excede; pero estas distinciones no me alcanzan pues tengo algo mejor que las incluye. En altura, tu amor vence al linaje; en soberbia al atuendo; al oro en fausto; en júbilo al de halcones y corceles. Teniéndote, todo el orgullo es mío. Mi única miseria es que pudieras quitarme todo y en miseria hundirme.

XCIV
Tu capricho y tu edad, según se mire, provocan tus defectos o tu encanto; y te aman por tu encanto o tus defectos, pues tus defectos en encanto mudas. Lo mismo que a la joya más humilde valor se da en los dedos de una reina, se truecan tus errores en verdades y por cosa legítima se tienen. ¡Cómo engañara el lobo a los corderos, si en cordero pudiera transformarse! Y ¡a cuánto admirador extraviarías, si usaras plenamente tu prestigio! Mas no lo hagas, pues te quiero tanto que si es mío tu amor, mía es tu fama.

CXLVI
Pobre alma, centro de culpable limo a la que burla, indócil, quien la ciñe, ¿por qué adentro sufrir afán y hambre si pintas lo exterior de alegre lujo? Si el contrato es tan breve, ¿por qué gastas ornando tu morada pasajera? ¿Tendrá por fin tu cuerpo sustentar al gusano que herede tu derroche? Vive, alma, a expensas de tu servidor; que aumenten sus fatigas tu tesoro; y cambia horas de espuma por divinas. Sé rica adentro, en vez de serlo afuera. Devora tú a la Muerte y no la nutras, pues si ella muere, no podrás morir.

1 comentario:

Catalina Carrasco dijo...

Shakespeare es notable... una amiga me prestó un libro de sus sonestos completos y anoté muchos que me gustaron. Me gusta el modo en que expresa los sentimientos, realmente es brillante.

Saludos.