jueves, 21 de junio de 2007

Chateando con Charly
Por : Eduardo Veuz Roubillart


Sodavoz dice: Hola, poh ¿Cómo estai? ¿Es verdad que estai enamorado?
Charly dice: No, no quiero hablar de eso, ni de ella; esta vez quiero cuidarme porque sino lo quieren destruir...
Sodavoz dice: ¿Cómo es el amor para vos?
Charly dice: Complicado... La corte no quiere que yo esté acompañado, porque, si yo estoy con alguien, ellos pierden poder
Sodavoz dice: ¿Por qué tu corte tiene un poder tan destructivo?
Charly dice: No lo digo yo, lo dijo Lennon: “El rey muere por sus cortesanos”.
Sodavoz dice: ¿No hay una forma de protegerte d ellos?
Charly dice: Sí, hay una: Say no more.
Sodavoz dice: Cuándo fue la última vez que escuchaste una buena idea?
Charly dice: Fue hace bastante, antes de que vinieran los del loquero a internarme. Yo quería registrar un trago que hacía mi papá: menta con hielo. ¿Pero qué iba a registrar? La menta es Bols y los hielos son agua de la llave. Entonces Alejandrita, una amiga, me dijo que registráramos las medidas. Esa fue una buena idea... Nos fuimos a comprar los instrumentos para medir, y cuando estábamos en eso, llegaron los del loquero que mandó mi mamá, y nos agarraron a trompadas y nos tiraron todo a la mierda.
Sodavoz dice: Oye, flaco... ¿y te han tratado de internar otras veces?
Charly dice: Si, claro. Después hubo dos más, una en la clínica de un médico que era un trucho, y que no tenía idea de qué es lo que quiere un adicto. Droga, eso es lo que quiere, sino no sería un adicto. Y otra con el pastor Novelli, que vino a mi casa a hacerme un exorcismo. Esa fue divertida.
Sodavoz dice: ¿Y tú, cuándo decidiste que querías ser Charly García?
Charly dice: Supongo que cuando escuché a los Beatles por primera vez; antes yo también pensaba que iba a ser concertista. Tocaba el piano desde los tres años y tenía una profesora que me hacía tocar obras de Bach. No iba al Conservatorio pero daba exámenes finales, durante más de diez años. A los doce me recibí de profesor y siempre me sacaba felicitado o sobresaliente en Teoría, en Solfeo y en Interpretación. Y también cuando la profesora de inglés me llamó “Charly” por primera vez, porque a los demás les decía Pérez o Rodríguez, pero a mí me llamaba Charly.
Sodavoz dice: ¿te acuerdas que una vez me contaste que tu profesora de piano te enseñaba el dolor como droga? ¿Cómo era?
Charly dice: Sí, era muy católica y creía en eso de sufrir para tener tu sillita al lado de Dios o para sublimar no sé qué. De chiquito leía cosas sobre Chopin, que tenía una vida hiperventilada y yo quería ser como él; entonces me autoflagelaba, me pegaba en los brazos. Yo creí en eso de sufrir durante mucho tiempo, en Dios y en el cielo, y en el infierno, pero ya no, hoy no creo en nada. Creo que cuando te morís es pum y se acabó.
Sodavoz dice: ¿Y qué buscabas al tirarte de un noveno piso?
Charly dice: Ah, no, eso es distinto, eso no lo hacía para sufrir; lo hice porque estaba enojado. La policía de Mendoza me había tenido todo el día interrogándome por algo que yo no tenía nada que ver, y ellos lo sabían
Sodavoz dice: ¿Y entonces?
Charly dice: Alguien me dijo que todos éramos iguales ante la ley y yo le dije: “Iguales las pelotas”. Yo nunca voy a entender cómo somos iguales. ¿Y si uno es ciego? No es igual. Entonces me tiré porque me friquean esas cosas. No me dio miedo porque me di cuenta de que me había tirado recién cuando iba en el aire.
Sodavoz dice: ¿A qué le tienes miedo?
Charly dice: A quedarme solo, a que me lastimen...
Sodavoz dice: ¿Y a ti mismo?
Charly dice: Y a mí mismo.
Sodavoz dice: ¿Te has enfrentado al tema de la muerte?
Charly dice: Sí, por supuesto. Yo me enfrenté a la muerte cuando tenía 18 años. Creí que me moría y después de eso escribí “Canción para mi muerte”. Estaba en la *Colimba, y me había tomado un frasco de anfetaminas; me lo había dado mi mamá para fingir un soplo al corazón y lograr que me dieran de baja. Y casi me voy para arriba; pensé que me moría de verdad.
Sodavoz dice: ¿Cuántas veces más pensaste que te morías?
Charly dice: Yo a la muerte la he visto de cerca muchas veces, pero no en mí. La vi salir de alguien que había tomado demasiada merca y le dio un ataque de epilepsia. La parca salió de su boca y era como una serpiente negra. Le tuve que pegar para sacarle la lengua afuera, para que no se muriera. Y cuando reaccionó, lo primero que hizo fue pedirme un “saque”.
Sodavoz dice: Todo un tema las drogas...
Charly dice: Yo fui muy antidrogas durante mucho tiempo..., antes de probarlas. La primera vez que me ofrecieron cocaína tuvieron que convencerme para que la tomara...
Sodavoz dice: ¡¡¡¡Saaa!!!!
Charly dice: No, en serio, no me gustaba esa cosa dura de la merca, me parecía de viejos, cosa de tangueros. En los sesenta nosotros éramos hippies. Usábamos drogas que te cambiaban la cabeza, estábamos con el porro y la cosa lisérgica, y después todos nos volvimos locos al mismo tiempo.
Sodavoz dice: Una vez dijiste que las drogas no te dan ni talento, ni voluntad ni nada que n tengas...
Charly dice: Es cierto, no te dan nada de eso. Las drogas lo único que te dan son dudas...
Sodavoz dice: ¿Qué dudas?
Charly dice: ¡Que se yo... Por eso dudo!

* Colimba: Servicio Militar Argentino

1 comentario:

Pilar dijo...

¡Hola! me alegra que hayas publicado el relato en un blog. ¿Cuándo lo harás en prensa?... ojalá fuera el segundo paso...
te felicito.
Besos, Pily