El dia de ayer, acompañe a un amigo al consultorio de san pedro de atacama, este amigo tenia una picadura, no sabia a ciencia cierta que era, por lo cual nos dirigimos en busca de un medico.
al llegar al consultorio, don ivan - el paramedico-nos abre el porton (no entiendo por que esta cerrado) y nos atiende en la calle, mi amigo le cuente su problema, el en forma muy respetuosa lo envia a la Botica y le receta que debe comprar para la picadura.
mi amigo le consulta si puede verlo adentro en el consultorio, el paramedico le dice que no es necesario, mi amigo le inciste diciendole que se siente muy mal, a lo cual el paramedico no responde y no lo atiende.
lo unico trascendente de esta entrevista con el paramedico es que le dice que dentro de tres semans se haga un examen para ver si tiene el "mal de chaga" porque puede haber sido picado por una "vinchuca".
como el sistema publico de salud no quiso atender a mi amiogo salimos al pueblo a preguntar a los habitantes del pueblo que podia ser esta picadura: las respuestas fueron varias....
- una araña de rincon
- una araña no venenosa
- una amarilla
- etc....
- ninguna persona dijo que era vinchuca
luego volvimos al consultorio y un señor tenia a su querido perro en una camilla para personas, entregandole oxigeno a este moribundo ser.
mi amigo casi desmallandose me mira y mira al perro, al ver en su rostro preocupacion del trato que le habian dado a el, me pidio que consultara al paramedico si podiamos ver al medico de turno.
fui donde el paramedico, le consulte y me dijo que "no hay medico de turno hoy", estoy solamente yo.
el medico del pueblo es una persona muy conocida por lo cual fuimos en busca de ella a su casa.
Al llegar fuera de su puestra nos miramos y preguntamos estaremos importunando si golpeamos esta puerta. al verle la cara a mi amigo golpee sin demora.
abren la puerta y esta un joven hablando por telefono celular, le pregunta si esta la doctora en casa, el me dice: fue a comprarse un gorro al pueblo, vuelve enseguida.
nos fuimos al pueblo nuevamente en busca de un medico, no lo encontramos, recorrimos calles y no a encontramos a nadie, a mi amigo no lo he visto desde ayer....
--------------------------------------------------------------------------------------------GESTION DE CALIDAD O SIMPLEMENTE GESTION?
ESCRIBE: Claudia Hernandez
Con asombro para la ciudadanía en general, en estos últimos días ha emergido un nuevo problema en la agenda pública, esta vez vinculado con el sector salud. Se trata, específicamente, de la cuestionada inauguración de obras sin terminar, por ejemplo un hospital en la comuna de Curepto en el mes de febrero recién pasado. Lo acontecido en el recinto -que a la fecha aún no entra en funciones por falta de equipamiento- es un hecho reprochable y cuestionable, tanto por parte de la clase política como por parte de la ciudadanía. Sin embargo, la falta de transparencia de algunos funcionarios públicos al montar una situación e imagen de obra terminada, cuando realmente la verdad era otra, es una hecho que reviste aún más gravedad porque no sólo habla de falta de rigurosidad para tratar los temas públicos, sino que además coloca en jaque la figura de la Presidenta de la República y su capacidad de gobernar, por cuanto se engaña a una comunidad en algo que es esencial: un servicio de salud pública.
Lo preocupante no es sólo quedar en jaque ante la alianza política opositora, sino quedar en entredicho ante la ciudadanía, que a lo largo de estos años ha creído en una coalición gobernante, con un proyecto político y social de carácter solidario, igualitario y que valora por sobre todo el crecimiento con igualdad. Faltar a ese norte pone en peligro aún más la vigencia de la coalición pero lo peor es que entrega argumentos para una mala evaluación de un gobierno que ha tenido aciertos muy positivos en el camino hacia el crecimiento equitativo e igualitario de los chilenos.
Es cierto que las personas no son perfectas y que por lo tanto no están exentas de cometer errores, pero en ciertos niveles políticos y decisorios estos traspiés pueden ser lapidarios. Y a mi juicio la inauguración bajo prácticas poco transparentes de un hospital es uno de estos casos. ¿Por qué? Por una razón muy simple, estamos frente a la satisfacción de una necesidad básica y vital que impacta directamente en la calidad de vida de las personas y especialmente de los más pobres.
Ahora bien, a la luz de la información de carácter público acá el problema principal no es de falta de presupuesto o de una falla en la gestión presupuestaria, sino más bien es un error en la capacidad de gestión y coordinación de un conjunto de servicios, siendo la principal responsabilidad de la cartera de salud. De acuerdo a la información entregada, en esta oportunidad, al parecer erróneamente primó la necesidad de “cortar una cinta” a inaugurar un servicio de calidad.
Mucho se habla de los problemas de salud en cuanto a escasez de presupuestos y muchas veces también, las autoridades se ven sobrepasadas por dicha falta de recursos técnicos y presupuestarios en la satisfacción de esta necesidad ciudadana, sin embargo el stress de trabajar en esta área no puede llevarnos a cometer este tipo de errores, pretendiendo solucionar ciertos temas con medidas poco rigurosas.
No tenemos claro por qué en las fechas en que se inauguró el hospital aún faltaba implementación y cuánto se demoraría en llegar ella, sólo sabemos que ante la falta de equipamiento y frente a fechas perentorias por cumplir, se buscaron soluciones no adecuadas, que terminan en escándalos,-sin querer ser ese su objetivo-, y que perjudican no sólo a los ciudadanos sujetos beneficiarios de las políticas públicas, sino que ponen en jaque la institucionalidad de la política. Ello merma el sistema en sus bases, pues hace perder credibilidad en ellas, es decir, la ciudadanía pierde la confianza en los políticos y queda expuesta a nefastos liderazgos populistas.
Por otra parte, el tópico de la gestión de calidad, y en especial la gestión en salud, ha sido muy manoseado y cada vez nos enfrentamos a prejuicios y juicios de valor negativos, pero con acontecimientos como los de Curepto la tarea de cambiar el ideario colectivo se hace cada vez más difícil.
Los gobiernos de la Concertación en sus distintos años se han preocupado por el tema de la gestión pública y han implementado una serie de instrumentos para ello. Hemos sido testigos de cómo la Dirección de Presupuestos se ha esforzado al máximo por imponer al resto de la Administración Pública Central una serie de instrumentos que mejoran la gestión y la calidad de la misma, todo ello con el afán de modernizar y transparentar dicha gestión ante el ciudadano. Por su parte los servicios públicos han organizado equipos profesionales interdisciplinarios para cumplir con dichos requerimientos, que al menos en el papel aparecen con mucha claridad, en ellos se expresan claramente objetivos estratégicos de carácter político, los procesos internos presupuestarios y administrativos y los focos vulnerables. Esto último a objeto de no caer en irregularidades, errores de procedimientos y por cierto para tener presente las dificultades y proceder a la acción con cierta movilidad.
A la luz de los acontecimientos parece que todo este esfuerzo en mejorar la gestión no fuera tal, por cuanto teniendo presente que aún faltan herramientas para culminar una meta, se insiste en demostrar públicamente que ello ha finalizado exitosamente. Entonces la pregunta que cabe en este caso es: ¿para que nos esforzamos tanto en imponer metas de gestión y en sensibilizar en torno a realizar una gestión de calidad, si finalmente el norte que primará es simplemente una gestión mediocre y que vulnera al sistema?
Está claro que la gestión de calidad y la buena gestión pública no sólo pasan por cumplir con los requerimientos de Hacienda para contar con presupuesto y así cumplir la agenda de gobierno, o por llenar formularios complicados y llenos de tecnicismos, sino las más de las veces también pasa por contar con funcionarios a nivel decisorio con capacidad de coordinación, de probidad, transparencia y de una vez por todas de decir las cosas claras y por su nombre no con eufemismos y tecnicismos que puedan justificar posteriormente acciones o malas decisiones.
Comparto plenamente la frase del Ministro Vidal: “Los funcionarios públicos están para hacer las cosas bien y el que no las hace bien, se va”, pero esta frase se quedará corta si el gobierno no procede a implementar una investigación sumaria que de cuenta de todas y cada una de las responsabilidades en los distintos niveles del ejecutivo involucrado en este caso. Porque si de verdad la falta de equipamiento era de conocimiento tanto de asesores del gabinete de la Ministra de Salud como de funcionarios de la Presidencia, no se pueden sólo rasgar vestiduras y pretender que con la salida de dos autoridades de gobierno, la ciudadanía y la oposición se queden tranquilos.
Gobernar también implica asumir los errores en plena dimensión y no dejar espacios a que sean otros los poderes que dicten los caminos de la gobernabilidad.
Sin duda, es muy grave pensar que la ciudadanía no se dará cuenta de que se inaugura un hospital y que una vez que se van las autoridades nacionales y las cámaras de televisión pasa a transformarse en un elefante blanco, pero mas grave aún es pretender deslindar responsabilidades en ciertos funcionarios por las causas que sean, ya que con ello sólo se logrará que el mecanismo de la “comisión investigadora de la Cámara de Diputados” se convierta en el único medio de fiscalización válido del gobierno y que el finalmente determine la procedencia de destituciones de carácter político revestida con argumentos técnicos y administrativos.
Por todo lo dicho y lo publicado, creo que el Gobierno debe ser más riguroso aún en la determinación de responsabilidades ante hechos faltos de transparencia. En este sentido es fundamental para devolverle credibilidad al sistema, que el gobierno inicie una investigación interna cuyos resultados debe dar a conocer a la opinión pública.
Finalmente, lo acontecido en Curepto nos deja como lección que no debemos perder de vista el norte en todo gobierno y es que estamos para gobernar en función de quien nos dio el mandato: la ciudadanía y no en función de un número de inauguraciones de obras públicas que impacten públicamente. Con, esto último evitaremos tanto casos tan lamentables como el de este hospital, como evidenciar falta de probidad en el gobierno; de gestión básica y finalmente de exponer a la mandataria al escarnio público sin necesidad alguna.
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