lunes, 22 de junio de 2009

EL TATIO EL ÚLTIMO REFERENTE INDIGENA QUE QUIEREN DESTRUIR…


LAS PENAS NO CONTADAS DEL TATIO

El Tatio, topónimo que en Quechua, la lengua Quechua, significa “el Abuelo que llora”, constituye el más extenso campo geotérmico de Chile y desde hace un par de décadas ha experimentado un acelerado crecimiento de la visitación turística, la que unida al progresivo interés por explotar sus reservas energéticas ha alterado radicalmente la tranquilidad natural de estos parajes altiplánicos trastornando no sólo los equilibrios ecológicos de nuestra sabia naturaleza, sino propiciando un clima de tensión social entre las poblaciones nativas que habitan la zona, los turistas que la visitan, los tour operadores y agencias de turismo que la promocionan y los servicios públicos del Estado con competencia en materias energéticas, medioambientales y turísticas.

Muchas son las aristas que pueden ser analizadas en este caso, pero consideramos que dos son las que han concentrado la atención por parte de la sociedad local y nacional desde un tiempo a esta fecha. Nos referimos por una parte, al complejo escenario de las reinvidicaciones indígenas en donde el reconocimiento territorial y la protección del patrimonio natural y cultural que lo integran representa algunas de las principales demandas que las comunidades indígenas, no sólo atacameñas, han planteado a los distintos gobiernos y administraciones del Estado de Chile desde que nuestro país volvió a la democracia. Por otra parte, la exploración y factible explotación de energía geotérmica desde este sector, que ya ha sido solicitado y concesionado a algunas empresas mineras del país por parte del Estado, constituye un claro efecto de la actual política energética que impulsa Chile destinada a promover el uso de Energías Renovables No Convencionales (ERNC), entre la que se ubica la geotermia, debido a los negativos efectos que el país ha experimentado por la crisis energética que se ha desarrollado estacionalmente durante estos últimos años y que ha puesto en evidencia la total dependencia en las fuentes energéticas de origen no nacional, entre ellas el gas natural que mayoritariamente es transportado desde países vecinos.

En este contexto, los géiseres del Tatio representan un espacio geográfico y ecológico en donde el conflicto se ha gatillado debido a la presencia de fuertes intereses, muchas veces inconciliables, provenientes del mundo indígena, del ámbito turístico y de las empresas mineras que desean explotar este tipo de energía considerada una de las menos contaminantes del medio ambiente. Estas son las penas del Tatio que, si bien todos los habitantes de la comuna de San Pedro de Atacama y Calama perciben, pocas veces han sido dadas a conocer entre los propios habitantes de nuestras localidades.

Los géiseres del Tatio:

Una breve introducción al lugar…

Los géiseres del Tatio constituyen el tercer campo geotérmico más extenso del mundo y el más grande del hemisferio sur y de Chile y posee más de 80 fumarolas y diversas pozas de aguas termales, las que en su conjunto forman parte de un entorno de gran belleza escénica que se proyecta en una explanada emplazada en el medio de un piso ecológico definido como “pajonal” que integra las formaciones vegetacionales que se presentan en este sector ubicado a 4.280 msnm.

Distante a 99 km. del poblado de San Pedro de Atacama y a 129 km. del centro urbano minero de Calama, El Tatio representa uno de los principales atractivos naturales del Norte de Chile y junto al Valle de la Luna concentran más del 80% de la visitación turística que año a año se experimenta en la comuna de San Pedro de Atacama y que en la actualidad bordea más de cien mil turistas al año.

Las investigaciones geológicas desarrolladas en la década del sesenta por la Universidad de Chile han concluido que todo el sector aledaño al campo geotérmico experimentó una intensa actividad volcánica durante los inicios del período geológico que hoy conocemos como Cuaternario y que se remonta hace dos millones de años aproximadamente. Entre los volcanes y cerros que colindan con el campo geotérmico se encuentran el Tatio (5.480 msnm.), Cerro Volcán (5.570 msnm.) y el Copa-coya (4.820 msnm.), los cuales presentan en común algunas características como la presencia de rocas traquíticas, graníticas y porfídicas asociadas a tobas y fragmentos de piedra pómez que evidencian una actividad volcánica de tiempo reciente.

De acuerdo a algunos estudios de resistividad en terreno, se considera que actualmente el campo geotérmico posee 30 km² de extensión, aunque la parte en donde se emplazan las fumarolas y pozas de aguas termales sólo representa una porción diminuta de esta extensión. Este sector, especialmente aquel en el que se ubican las fumarolas presenta una superficie aplanada compuesta por una matriz calcificada de color blanquecino, originada a raíz de las constantes emanaciones salinas que se registran y por la presencia de rocas silicosas, que en conjunto permiten postular que en el pasado la actividad fumarólica fue superior a la observada en la actualidad. Sin embargo, hasta el día de hoy se pueden apreciar diversas pozas que presentan emisiones de agua caliente que fluctúan entre los 80 y 90º C.

Ambientalmente el entorno en donde se emplaza este campo geotérmico se caracteriza por presentar especies vegetales y animales que poseen una alta fragilidad ecológica, algunas de las cuales han sido declaradas en peligro de extinción, mientras que otras constituyen especies vulnerables como la Vicuña, el Guanaco y algunas variedades de aves y plantas que han sido milenariamente conocidas por los pobladores originarios del sector quienes sabiamente las empleaban con el fin de satisfacer sus necesidades de subsistencia básicas y/o en el tratamiento de diversas afecciones o traumatismos provocados en el ejercicio de las actividades pastoriles y mineras que desarrollaban y aún desarrollan en los campos de pastoreo y azufreras cercanas al Tatio un grupo significativo de atacameños de los poblados más próximos al lugar (Toconce, Caspana y Machuca). Hidrológicamente, el rol que posee este atractivo es sumamente relevante para la zona ya que las aguas que nacen en sus vertientes dan origen al río Tatio que se constituye, de esta forma, en el primer afluente del río Salado cuyo caudal atravieza algunos poblados como Ayquina y cuyas aguas se unen en las cercanías de Chiu-Chiu con el río Loa.

Turismo en Atacama y en los Géiseres del Tatio…

La actividad turística representa uno de los rubros productivos de la economía que mayor crecimiento ha experimentado durante la última década en la zona de San Pedro de Atacama. Sin embargo, este fenómeno hunde sus raíces desde los comienzos de la década de los ochenta ya que gracias a las mejoras viales y de conectividad que se realizaron en ese tiempo, este poblado vio como los mal llamados beneficios de la modernización comenzaban a aflorar en su seno y de esta forma alterar el tranquilo estilo de vida de sus habitantes. No obstante, el turismo que se desarrollaba durante esta época respondía a una industria que, aunque estaba en pañales, posteriormente generaría una fuerte alteración en la comunidad local ya que el crecimiento de este rubro no incorporó al principal actor social de la comunidad: los habitantes descendientes de los pueblos originarios likan antai que entre sus dilemas internos también experimentaron transformaciones radicales en sus pautas culturales producto de la incorporación al sistema visualizado en una mayor inserción a los mercados asalariados de Calama y Chuquicamata y a los centros mineros del Salar de Atacama y a una numerosa migración, especialmente de la población juvenil, relacionada con la demanda educacional que hasta mediados de la década del ochenta no era satisfecha por las entidades educativas que existían en la comuna.

En este contexto de eventos, la Comuna de San Pedro de Atacama, conocida coloquialmente como la “Capital Arqueológica de Chile”, ha recibido durante todo este tiempo una significativa cantidad de turistas provenientes de Europa y Norteamérica mayoritariamente, aunque en el último tiempo se ha acrecentado la cifra de visitantes provenientes de Japón y otros países asiáticos. Esta visitación se concentra en los cuatros sectores fundamentalmente: Valle de la Luna, Géiseres del Tatio, Salar de Atacama y Lagunas Altiplánicas de Miscanti y Meñiques. Sin embargo, son los dos primeros atractivos turísticos los cuales concentran una parte significativa de la visitación turística que se realiza en la zona, a pesar de que en el caso de los Géiseres del Tatio el camino se encuentre en deficientes condiciones infraestructurales las cuáles son más notorias durante la época estival cuando se producen las precipitaciones y eventos de mal tiempo asociados al denominado “invierno boliviano”, coincidiendo curiosamente con la temporada de mayor flujo turístico en el sector.

Durante bastante tiempo los géiseres del Tatio estuvieron en “tierra de nadie”, ya que a pesar del sentido de pertenencia territorial existente entre los habitantes de los pueblos más cercanos, especialmente Caspana y Toconce, legalmente la zona constituye un bien inmueble de carácter nacional cuya propiedad corresponde al Estado de Chile. En este contexto, cabe recordar que en el mes de agosto del año 2002 apareció publicada en el diario oficial una resolución que indicó que tanto los géiseres del Tatio como el Poblado de San Pedro de Atacama constituían una Zona de Interés Turístico (ZOIT), lo que sumado a las positivas experiencias que han demostrado poseer algunas asociaciones y comunidades indígenas en torno al manejo y puesta en valor de sitios arqueológicos y atractivos turísticos de relevancia, posibilitó que, durante el año 2004, el Ministerio de Bienes Nacionales otorgara una concesión de uso gratuito por cinco años de dicho sector a las Comunidades Atacameñas de Toconce y Caspana respectivamente, situación que permitió ejecutar un programa integral de manejo turístico del sector financiado con fondos de Conadi, Sernatur y el aporte de las mineras El Abra, Codelco Norte y Meridian. Este proyecto se tradujo en la construcción de una casa de administración, baños públicos, creación de señalética, control de acceso, sala de enfermería, cocina, comedor y un minibús. De esta forma, hoy en día este singular atractivo turístico esta siendo administrado directamente por las mencionadas comunidades indígenas y recientemente ha finalizado el proceso de marcha blanca cuyos resultados han demostrado que un adecuado manejo junto a una necesaria planificación de la actividad turística permite evitar las tristes experiencias que durante años pasados se vieron graficadas en numerosos accidentes que en más de una oportunidad cobraron vidas humanas.

A pesar de estos significativos avances, hasta el día de hoy continúa sin resolverse una de las principales demandas que se visualizan en este atractivo turístico y que se relaciona con el deplorable estado del camino que comunica este sector con San Pedro de Atacama y los poblados de Caspana y Toconce. La necesidad de efectuar arreglos periódicos a esta ruta, especialmente en la época de lluvias, constituye una de las medidas prioritarias por ejecutar considerando la falta de señalética y el mal estado de la huella que incide y estimula situaciones de riesgo que en más de una ocasión han terminado en tragedia.

La factible explotación energética de los géiseres: Antecedentes e Historia de este proceso

Aunque muchos lectores lo tomen con escepticismo, la idea de explotar las riquezas energéticas contenidas en los géiseres del Tatio no es reciente. Transcurría el año 1917 y en Chile se realizaban diversos sondeos y prospecciones que tenían como objetivo detectar y explotar yacimientos petrolíferos en nuestro territorio. En la Región de Antofagasta esta tarea fue desarrollada por particulares que conformaban la “Casa Gibas”, entre los que destacaba el ingeniero Luís Abd-El-Kader, quien visitó la zona del Tatio pero no halló ningún yacimiento petrolífero entonces.

Durante el año 1920 el Ingeniero Juan Severina, tomando en consideración los conocimientos técnicos y las experiencias derivadas de la explotación de energía geotérmica en Italia, constituyó una “Comunidad Preliminar del Tatio” que posteriormente celebró un contrato de arriendo con el Gobierno de Chile bajo el nombre “Comunidad del Tatio” que como una de sus primeras acciones contrató los servicios de un geólogo y un perforista de amplia experiencia que arribaron al Puerto de Antofagasta a fines del año 1921. De esta forma, comienzan a desarrollarse una serie de actividades de prospección que originaron que, hacia el año 1922, se constituyera legalmente la “Comunidad Minera del Tatio”, que después se transformó en la “Sociedad Minera Explotadora del Tatio”. Esta última sociedad financió durante 1923 diversas exploraciones, practicando tres perforaciones en el terreno del sector pero debido a la falta de recursos económicos el proyecto presentado por esta entidad fue abandonado.

Casi 30 años después, los ojos volvieron su mirada a la zona, esta vez encabezados por algunas universidades chilenas que visualizaron durante la década del cincuenta la potencialidad que presentaba este sector en materia energética. De este modo, durante el año 1952, la Universidad Técnica Federico Santa María, encargo un estudio de las características de la energía geotérmica al ingeniero Angelo Filipponi quien había conocido la experiencia de la planta térmica de Lardarello en Italia. Posteriormente, la Universidad de Chile en 1956 tomó conocimiento de estos antecedentes y decidió ampliar toda la información científica y técnica posible referente a la capacidad geotérmica del Tatio. Bajo estos auspicios se efectuaron tres nuevas exploraciones en la región del Tatio cuyos estudios continuaron hasta comienzos de la década del sesenta ya que hacia el año 1962 se constituyó la “Sociedad Geotérmica del Tatio S.A.” que no sólo se concentró en la exploración de la energía geotérmica, sino también de las sustancias minerales existente en el sector. Desde su formación, esta sociedad, controlada por CORFO, nunca tuvo actividad productiva y a lo largo de su existencia sólo se limitó a mantener las pertenencias mineras que legalmente le pertenecían. Sin embargo, a fines de esa década y como resultado de un convenio suscrito entre el Gobierno de Chile y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la CORFO creó el comité para el aprovechamiento de la energía geotérmica que desarrollo algunas actividades en la zona, como la explotación de 13 pozos, las que se vieron interrumpidas durante el régimen militar, a pesar de que el Proyecto CORFO-PNUD estuvo vigente hasta el año 1976.

Durante el año 2005 la “Sociedad Geotérmica del Tatio S.A.” recibió una oferta de compra de la concesión por parte de una nueva empresa del rubro: Geotérmica del Norte S.A., constituida con aportes de CODELCO y la Empresa Nacional del Petroleo (ENAP), operación que se concreto a través del pago de US$ 397.000. Esta transacción se vio favorecida por la vigencia de la Ley de Concesiones de Energía Geotérmica Nº 19.657 que estableció la estructura legal de esta tipo de concesiones y también modificó el giro de ENAP, posibilitando su participación en esta industria en asociación con la compañía Italiana ENEL, quienes desde un tiempo a esta parte se encuentran desarrollando los trámites exigidos por la legislación para comenzar nuevas prospecciones y explotaciones en la zona de El Tatio, Apacheta y Cerro La Torta.

De esta forma, se ha iniciado una fuerte disputa entre las comunidades indígenas de la zona, los actores turísticos y estas empresas mineras, que ha dado origen a un nuevo movimiento reivindicatorio atacameño por la defensa del agua y la vida en Atacama cuyos planteamientos han sido dados a conocer a través de diversos medios de comunicación nacional, sin que hasta la fecha se hayan logrado resultados favorables.

En este contexto, Desarrollo versus Tradición son dos aspectos de nuestra realidad que se confrontan nuevamente ante este problema. Conscientes de los costos que acarrea la modernización de nuestro país, el debate energético se ha vuelto un tema de preocupación en el ámbito nacional e internacional, pero ¿debemos sacrificar nuestros atractivos turísticos y culturales ante la progresiva demanda energética que presenta Chile? o, deberemos permitir la construcción de centrales nucleares, conociendo de antemano las negativas consecuencias que este tipo de energía acarrea para salud de los seres humanos y del medio ambiente. Nuevas formas de energías renovables no explotadas, como la eólica o la solar, podrían ser la solución a esta encrucijada, sin embargo, los supuestos altos costos operacionales han constituido una fuerte limitación a su implementación en nuestra zona. Ojala, cuando llegue ese día, aún quiera el Tatio, es decir el Abuelo que llora, contarnos sus penas y alegrías…


www.yatiri.blogspot.com


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